(VIDEO) François Hollande visita el Gran Oriente de Francia
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4 marzo, 2017
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El Presidente de la República Francesa, François Hollande, ha visitado el pasado 27 de febrero el Gran Oriente de Francia y el Museo de la Francmasonería de París. Es la primera vez que un presidente de la república en ejercicio visita la sede de la masonería francesa. Una reunión sin precedentes, bajo el signo de reconocimiento de la contribución de los valores de la masonería en la historia política francesa.
Ha sido recibido por el Gran Maestro del Gran Oriente de Francia, Christophe Habas, dentro de los actos conmemorativos del 300 aniversario de la masonería moderna. El Presidente ha visitado las exposiciones del Museo de Francmasonería que tiene sede en la misma Rue Cadet, pronunciado un discurso y recogido un obsequio de manos del Gran Maestro.
DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA FRANCESA 27.02.2017
Sr. Ministro.
Sra Alcaldesa del IX Distrito
Señoras y Señores Grandes Maestros,
Señoras y Señores representantes de todas las Obediencias de la Francmasonería francesa.
Señoras y Señores.
Quisiera como de costumbre agradeceros vuestra invitación y saludar el magnífico talento como orador del Gran Maestro, [C. Habas] ya que también hay una tradición en la francmasonería, que es la de expresarse con ahínco, libremente, pero con toda la fuerza de las convicciones que lleváis dentro.
Es verdad que esta es la primera vez que un Presidente de la República Francesa en ejercicio franquea la puerta del número 16 de la calle Cadet.
Es un lugar cargado de historia. Porque, después de 1853, el 16 de la calle Cadet, es la sede del Gran Oriente de Francia, la más antigua obediencia masónica francesa todavía en actividad y la más importante, de igual modo quiero ser prudente, con las logias masónicas.
Desde hace más de un siglo y medio, iniciados y profanos se reencuentran entre estas paredes para dialogar, para reflexionar, para conseguir una República más fuerte, más humana, más fraternal y para hacer que ante cualquier momento decisivo de nuestra historia, pudiera también expresarse.
Estamos en los albores de un período importante de nuestra vida pública y si bien no participáis directamente, podéis estar seguros que las reflexiones que habéis aportado en los últimos meses podrán encontrarse en el debate público de forma que inspirarán aquellos textos que, en un futuro, serán las leyes de nuestro país.
La calle Cadet, es también un lugar de memoria.
Hace diez años, cuando era Secretario de Estado para los Antiguos Combatientes, ellos estaban aquí y se celebraba por vez primera un Memorial para rendir homenaje a los masones muertos “víctimas de la barbarie nazi y del régimen de Petain”. Sobre una pared estaba escrito el nombre de las víctimas.
Es la memoria dolorosa de la masonería francesa, pues siempre ha sido perseguida por dictaduras que habían comprendido que era en la Masonería donde se realizaban, donde se construía los argumentos y respuestas a las medidas arbitrarias e injustas que ponían en marcha. Cada vez que hay sombras oscuras en nuestra historia, los francmasones eran perseguidos, y todavía lo son.
Pero hay también en este museo una memoria luminosa. Conserváis aquí los preciosos recuerdos de tres siglos de Historia, de ideas, de acciones llevadas a cabo por los francmasones de Francia, y también por todo el mundo ya la Masonería está presente en todos los continentes. Esta fraternidad es también la que vosotros lleváis.
Recorriendo esta exposición –doy las gracias a quién me ha guiado- es a menudo el camino que nace de la emancipación individual, es decir de la búsqueda personal, del sentido que hace falta dar a la existencia, hacia las libertades colectivas, es decir aquello que puede hacer avanzar el mundo en el que estamos. Este movimiento, es aquel que empezó en 1717 hasta nuestros días aquí, en el que celebramos el tricentenario de la francmasonería.
La primera Obediencia moderna, la Gran Logia de Londres, fue creada en 1717. Habéis recordado el hecho, tal vez raro, de celebrar un tricentenario. Es un privilegio para vosotros, pero también por lo que me concierne, ya que no tendré nunca la ocasión de estar allí, cuando llegue, para el próximo centenario.
En el 2003, por el 275 aniversario de la fundación de la Masonería francesa, el presidente Jacques Chirac había recibido numerosos centenares de miembros de todas las Obediencias y de numerosos países en el Palacio del Elíseo. Desde cierto ángulo, vengo a realizar lo mismo. Recibir a la francmasonería como él dijo “una tradición filosófica que ha formado parte importante en Francia y en el mundo de la difusión de las ideas republicanas”.
Es cierto que la francmasonería está íntimamente ligada a la historia de Francia, antes incluso que a la República. No era por causa que los francmasones fueran la fuerza secreta, oculta, el poder tras todos los acontecimientos, más sencillo ya que muchos masones han jugado un papel eminente en el nombre de una ética que los predispone a la acción, ya que sus valores los conducían hacia el progreso.
En un principio, y ustedes lo recordarán, había la voluntad de algunos espíritus brillantes de asociar la razón científica de los sabios, el ideal humanista de los filósofos y la aspiración a la trascendencia de los artistas. Esta conjugación hizo finalmente vuestro ideario y vuestra voluntad.
En una Francia todavía dominada por la monarquía absoluta y la religión del Estado, las logias fueron pues a la vez un refugio de tolerancia, y una escuela de democracia, incluido los fundamentos de igualdad de las instituciones que serían su fuente. Se hallaban en ellas los escritores más célebres como Montesquieu o Voltaire que, si he comprendido bien, fue iniciado tardíamente, pero fue para él fruto de una larga reflexión que debía conducirlo forzosamente a esta elección.
La masonería, y lo corroboro, no ha hecho la Revolución francesa, pero preparó su llegada. Muchos masones fueron, al mismo tiempo, creadores de grandes textos de la Revolución, pero de igual forma víctimas del devenir de los acontecimientos: las purgas del Terror, la reglamentación del Imperio, la represión de la Restauración.
A lo largo del siglo XIX, los masones lucharon por la llegada de la República. Es la época donde, en 1848, Víctor Schoelcher hace posible adoptar la abolición de la esclavitud sobre la tierra de la República francesa y dónde, en 1870, Adolphe Cremieux, hizo que los judíos de Alger se convirtieran en ciudadanos franceses por entero.
La mayor parte de las leyes de libertad adoptadas entre 1870 y 1914 fueron pensadas y trabajadas en las logias: la autorización de los sindicatos, el derecho de asociación, la libertad de prensa, han sido puntales de progreso a menudo sostenido por los francmasones.
Además, en la gran lucha por la laicidad, los francmasones siempre han sido la vanguardia para afirmar la neutralidad de la República, para establecer una escuela libre de influencias exteriores, para pedir la separación Iglesia-Estado y que sea plenamente reconocido al ciudadano su derecho a creer o no creer.
Es muy importante recordar el texto fundador, de retomar el espíritu que ha sido el de los legisladores de 1905, para conocer bien aquello que nosotros tenemos que realizar hoy. Cuando me pregunto o me preguntan si hace falta hacer otras leyes sobre la laicidad, simplemente digo que es suficiente el aplicar estrictamente, firmemente, el espíritu de las leyes y la letra de la ley de 1905.
No olvido nunca cuanto corresponde a la masonería el haber sido un puente entre pueblos con las grandes figuras universales de Auguste Bartholdi, que dio su impronta al ideal de libertad de los Estados Unidos, he de decirlo en este momento ya que no estoy seguro que no todos lo hubieran forzosamente comprendido o apreciado en su día, o aún León Bourgeois, el fundador de la Sociedad de Naciones, cuyos ecos todavía resuenan, y que son desafiados, pero contestados desde la afirmación del derecho internacional, en la justicia que es su consecuencia y en la capacidad de las instituciones internacionales para poder intervenir sobre los grandes problemas del mundo, debemos recordar que todavía es una inspiración para todos.
En fin, los francmasones han sido los promotores de la República social.
Quiero recordar aquí la obra de Jean Zay, reformador del sistema educativo, defensor de la cultura, de las artes y de las ciencias. Encontré en este museo un recorte de prensa, Le Matin, en el que al mismo tiempo que anunciaba las represiones sobre los francmasones, señalaba igualmente el arresto de Jean Zay, judío. Pues al mismo tiempo que se abatía la represión sobre los masones, se abatía igualmente la represión sobre los judíos, había el mismo ánimo de aniquilarlos a todos ellos, los que podían ser juzgados como enemigos de la patria.
Pienso también en Pierre Mendes-France, que ha encarnado toda su vida esta gran idea de la moral en la política -yo pienso que es muy importante recordar la moral en la política- y de la sinceridad en el arte de gobernar. Y muchos de los francmasones han sido también creadores en materia social –evoco a León Bourgeois- la protección social en nuestro país.
Las sociedades de socorro mutuo, que prefiguraron el Estado del Bienestar y las cajas de seguro social, en el período de entre guerras, que anunciaba la Seguridad Social, eso también, han sido para muchos iniciados desde el principio por los francmasones.
Después de 1940, la guerra, las persecuciones del Estado Francés, tuvieron lugar las deportaciones y tras la Liberación, la masonería había perdido una gran parte de sus miembros. Pero vuestro movimiento, en todos los aspectos, ha sido capaz de elevarse, de retomar el camino del progreso, de conquistar nuevos espacios de libertad y desarrollar nuevas solidaridades.
La francmasonería asimismo obró por restablecer la paz civil. Era en 1988, cuando en Nueva-Caledonia, estaba en un momento convulso. Entonces, Michel Rocard mantuvo comunicación personalmente con Roger Loray, el Gran Maestro del Gran oriente de Francia para participar en el trabajo que finalizó con el acuerdo de Matignon.
Incluso hoy en día, estáis trabajando como nunca, comprometidos con la ciudadanía, no dudando nunca en aparecer directamente para explicar, para decir qué es la Masonería y para hacer llegar vuestras reflexiones.
Pero yo habría podido también evocar la historia más sombría de todos aquellos que han querido cuestionaros lo que sois, y que siempre han cultivado las mismas calumnias, los mismos fantasmas en nombre de una conspiración que no ha perdido nada, por desgracia, su vigencia.
Basta con clicar sobre internet para inmediatamente ver resurgir los conspiracionistas, es decir, todos aquellos que piensan que estáis aquí a punto de preparar no se bien que complot, no sé qué organización, no sé qué preparación. Todo eso es perfectamente desconcertante, pero por desgracia, propagado, cultivado, difundido, y vosotros mismos tenéis que hacer frente a algunas amenazas que han conducido a tener que reforzar vuestra seguridad aquí en la calle Cadet, y el Estado se ha colocado a vuestro lado para protegeros, ya que querer atacar a la francmasonería, es a la República a quien directamente se amenaza.
Es también la razón, por la que sean importantes las iniciativas tomadas en consideración para abrir las grandes puertas de la francmasonería y hacer comprensible su sentido. La Biblioteca Nacional de Francia ha organizado una exposición que ha sido muy exitosa, permitiendo disipar las leyendas negras y comprender mejor el significado de vuestro compromiso. Es la misma idea detrás de la construcción de este museo de la francmasonería, ya que vuestro mensaje de plena actualidad.
No diría que las batallas son las mismas, pero al final de tres siglos, son siempre los mismos valores que nos hacen falta promover, que nos hacen falta organizar, que nos hacen defender en el seno de las sociedades que han cambiado tanto.
La libertad en primer lugar, la libertad contra el oscurantismo, contra el fanatismo, contra el fundamentalismo, la «libertad absoluta de conciencia» en contra de los dogmas, la libertad de pensamiento contra los que pretenden censurar y que no se olvide nunca cuando la editorial Charlie Hebdo fue diezmada, hay dos años, dos de sus Hermanos estaban entre las víctimas, Bernard Maris y Michel Renaud y evoco su memoria hoy. La libertad, cuando nosotros mismos somos atacados en nuestro propio suelo por parte de grupos terroristas. Hay que defender la libertad en todo el mundo, en nombre del ideal que llevamos, es decir no en someter o dominar, pero siempre para buscar la emancipación.
La igualdad. En el pasado, fue para garantizar la igualdad política de todos los ciudadanos, independientemente de su origen, de sus condiciones. Hoy en día, es para impulsar otras formas de igualdad: la igualdad entre mujeres y hombres – y yo la bienvenida al progreso de la mezcla en algunas de sus creencias – pero la igualdad es también social.
Usted ha mencionado, Gran Maestro, la igualdad social, la equidad territorial, la igualdad en el destino, la igualdad de condiciones de acceso a las funciones más importantes de nuestro país y hay mucho que hacer, frente a la discriminación, contra los efectos sociales, también se enfrentan a este destino, todos los determinismos que hacen que estén siempre en las mismas escuelas los mejores y por desgracia, en otras escuelas, aquellas destinadas a ser relegado o abandonados.
Este sentimiento de abandono, de pasotismo debe ser absolutamente combatido, no sólo con palabras, sino con hechos. Esto es lo que todos tenemos que hacer y en una sociedad amenazada por el individualismo, sino también por el comunalismo, hay que defender un valor que es casi natural que, a pesar de que es cultural, es de hermandad, y es la práctica de la solidaridad
Como vosotros, hace tiempo que me hecho esta pregunta: ¿Por qué se ha unido a la libertad, la igualdad y la fraternidad? Tenía algunas respuestas, incluyendo las horas más terribles que podría vivir como Presidente de la República, donde se han producido ataques terroristas en nuestro propio suelo, hombres y mujeres masacrados porque eran franceses y también porque podrían ser judíos, ya que podrían ser policías o simplemente podría ser periodistas o porque estaban allí, si no eran nada de todo eso.
Entonces resurgió en aquellos momentos la expresión de voluntad de estar juntos, de solidaridad anónima, un valor excepcional y por lo tanto fraternidad que implica el estar con los demás. Fraternidad, no es simplemente una generosidad personal que hace que sea una acción solitaria llevada a cabo de forma anónima, un acto que puede ser de bienvenida, pero no es eso suficiente. La fraternidad es tener un vínculo con la gente que desconoces, o que se conocen en el momento en que nos enfrentamos al mismo tiempo a las mismas pruebas.
Aquí es donde hay que defender la hermandad pues todo lo que separa, divide y se opone es contraria a este valor de la fraternidad y si algunos quieren tomar valores, capturar esos valores, diría «robar» esos valores, deben ser ellos quienes actúen bajo su responsabilidad y la de sus mentiras y explotación. No podemos defender la libertad si se contradice la igualdad; no podemos defender la igualdad, si dividimos la fraternidad.
Por estas razones sois ardientes defensores de la laicidad, de su contenido, de su sentido y os negáis a ver que el secularismo secuestrado por aquellos que sólo se la utiliza para estigmatizar a una religión, pero que rápidamente olvidan cuando es necesario defender la neutralidad del estado y su escuela.
La laicidad es el marco que nos permite vivir juntos con respeto a nuestras diferencias, pero pacíficamente reunidos en formar parte de la República en todo lo que tiene que ver con las tareas en común. Así desde 2012, me he asegurado de que podemos llevar este secularismo a todas partes y especialmente en nuestras escuelas: la Carta de la Laicidad que elimina, desde el comienzo de septiembre de 2013, todos los signos de nuestras escuelas; la creación de una educación cívica y moral a partir de septiembre de 2015; la introducción de la educación secular de los hechos religiosos que hasta ahora nunca se había llevado a cabo tras el resultado del informe de Régis Debray de 2002; la formación de casi 100 000 profesores a la laicidad; y la inclusión en la ley de los principios de servicio público de la laicidad y neutralidad.
Neutralidad. La neutralidad del Estado, la imparcialidad de los funcionarios públicos y nunca aceptaré que se pueda poner en cuestión a los funcionarios en nuestra República, con el pretexto de que aplique la ley, y se asegure de que la justicia pueda trabajar. Cuando se cuestiona la neutralidad del Estado, es que estamos dispuestos a cuestionar los principios de la laicidad, la independencia y la imparcialidad. Independencia del poder judicial, la imparcialidad del Estado: son valores muy importantes que deben ser recordadas aquí cuando son desafiados.
Gran Maestro, entre muchas causas que movilizan la masonería, reside también la defensa de la dignidad humana. Debido a que los masones han considerado siempre al ser humano como tal, están a la vanguardia de la lucha actual contra el dolor, por el derecho a morir con dignidad. Hemos avanzado, no necesariamente en el punto en el que hubierais deseado, pero es para que sigamos reflexionando y asegurar que la legislación también puede progresar a medida que avanza, incluso también en esas áreas.
También quiero pensar en los increíbles cambios que con las nuevas tecnologías nos ha tocado vivir y esto el transhumanismo o mayor capacidad de los seres humanos. Se trata de un tema de enormes proporciones. ¿Hasta dónde podemos permitir el progreso? Debido a que su avance nunca ha suscitado sospechas, debemos promoverlo. ¿Cómo podemos dominar estas graves cuestiones éticas? Lo que está en juego es la idea misma de la humanidad, del libre albedrío y la libertad.
Mientras frente a estos cambios algunos aguardan con esperanza, pero otros los temen, el aspecto de la masonería es una brújula muy valiosa en este período y una luz que ayuda a comprender los problemas y responderlos.
Señoras y Caballeros.
La Francmasonería no se basa en un dogma cerrado sino en una visión abierta. Es un método antes de una finalidad.
Vosotros habéis asegurado que la República haya sido lo que es hoy, y el sentido de mi presencia, es simplemente un reconocimiento de aproximación a lo que se ha aportado, generación tras generación, no sólo por nosotros sino también por vosotros.
La República cree en el progreso. Cree en la mejora de la condición humana. Piensa que el progreso personal también reaviva el progreso de la sociedad y es esta es la esperanza que vosotros traéis desde hace tres siglos: una sociedad más justa, el deseo de construir un mundo más fraterno.
Estamos, como dije, en tiempos turbulentos a nivel internacional, donde el orden que conocíamos, que no era sin trastornos, sin embargo, se contuvo. Período de agitación en Europa que queríamos – aunque para muchos no se corresponde necesariamente con las expectativas – también parece estar siendo derrotada.
También estamos en un momento crítico, ya que tenemos que hacer unas elecciones que hará que nuestro país pueda avanzar o retroceder en un sentido, si eso es una opción.
Pero hay algo peor que eso: hay quien podría poner en peligro, seguramente, los ideales de la República, su organización y probablemente la forma en que se ve al ser humano. Todo el mundo debe asumir la responsabilidad. Como Presidente de la República, estoy como tal hasta el próximo mayo, y estoy totalmente en esta lucha por la República, incluso más allá de las sensibilidades por lo que podemos estar seguros de que todo se ha dicho, por lo que ya hemos sido informados y no podemos haber pecado de indiferencia o silencio.
A menudo se dice que el mal no es sólo por aquellos que lo cometen, sino por aquellos que están en silencio ante actos que pueden tener consecuencias. Así que sí cada uno tiene que asumir la responsabilidad, pero yo sé que vosotros también sabéis lo que hay que hacer.
La República, ya lo he dicho, sabe lo que se os debe, y sé que siempre estaréis allí para defenderla. Y yo también lo haré, incluso más allá de mi función, siempre dispuesto a asumir esa responsabilidad.