Ya son muchos los meses que llevamos inmersos en la pandemia mundial ocasionada por el coronavirus, que nos ha llevado a las logias masónicas, al igual que a toda la sociedad, a repensar nuestras actividades y modos de socializar para adaptarnos a las necesarias medidas de seguridad e higiene que todos debemos observar.
A la actividad masónica, el retirar el contacto físico entre los Hermanos (apretones de manos, abrazos, incluso las sonrisas cómplices ahora ocultas bajo las mascarillas) le afecta sobremanera. Nuestro gremio es una fraternidad por algo, requiere presencia física, intercomunicación, para poder experimentar este tipo de sociabilidad única que es la masonería.
Tras cuatro meses sin poder celebrar tenidas, siguiendo las instrucciones de las autoridades, por fin pudimos celebrar un atípico solsticio de verano en el que hemos puesto todas nuestras ganas e ilusión para que la celebración ritual masónica no dejase de brillar un ápice y, al tiempo, poder mantener la distancia de seguridad entre nosotros, el obligado uno de la mascarilla, y la desinfección habitual de las manos.
Gracias al esfuerzo común, pudimos reencontrarnos en nuestro espacio común, en torno al damero, para celebrar las elecciones internas, aprobar solicitudes de ingreso, recibir visitantes e incluso a un nuevo Hermano en nuestra Cadena de Unión. Una jornada de reflexión, felicidad, celebración y también prudencia y responsabilidad ante la grave situación que enfrentamos, sin olvidarnos nunca de aquellos que han perdido seres queridos durante este tiempo y a nuestros personal sanitario y demás servidores públicos que han sido salvaguarda y protección de las vidas de todos. Por todos ellos: Salud! Fuerza! Unión!