Los grados inmediatamente superpuestos a la Maestría y que se confieren en Logia de Perfección, son característicos a este respecto.
El Maestro Secreto (4º grado) vuelve a pasar en cierto modo, por las pruebas del aprendizaje, cuyo esoterismo es llamado a penetrar esta vez. Así preparado, el aprendiz altamente graduado se esforzara en hacerse Maestro Perfecto (5o. grado) participando en los funerales de Hiram, celebrados pomposamente por el Rey Salomón. Este grado desgraciadamente es muy hueco como muchos otros que a menudo hacen doble empleo entre ellos. Lo es también en cuanto la premisa se presenta como falsa e inconciliable con la pura concepción masónica. Estos grados malamente establecidos, hacen número (son numerosos) en la jerarquía; pero eso es todo, porque no se confieren in extenso: se les salta limitándose a declarar al recipiendario que está investido de ellos. Los escalones escoceses no se suben uno a uno; los más instructivos sólo dan lugar a una recepción rituálica; pero el fin perseguido sobre todo en Logia de Perfección, es exclusivamente hacer la educación masónica de verdaderos Maestros.
Los altos grados se recomiendan, pues, a los Masones que aspiran a la Maestría y no saben elevarse por sí mismos hasta ella en Cámara del Medio. Para ayudarlos, el Escocismo les ofrece cursos de repetición que tienen su valor sin ser indispensables.
Ciertos grados, pretendidos superiores, son en realidad lamentablemente inferiores en su tema, que no tiene nada de iniciático.
Nada es más falso, desde este punto de vista, que poner en escena el castigo de los matadores de Hiram, cuya muerte no tiene que ser vengada.
Los iniciados no castigan jamás, y se vengan aún menos. En atención al mal, son los médicos que curan. En cuanto Masones, reconstruyen lo que ha sido destruido; no combaten la ignorancia odiosa sino esparciendo generosamente la luz, y no oponen al fanatismo ciego otra cosa que su tolerancia plenamente esclarecida. Y cuando la perversidad ambiciosa compromete la salvación común, los Sabios hacen surgir de la corrupción un orden mejor por la coalición de las voluntades sanas.
Reaniman el ideal del que las sociedades humanas tienen necesidad para mostrarse dignas de ellas mismas.
En resumen, la necesidad de los altos grados no se habría hecho sentir jamás, si los tres grados fundamentales no hubieran quedado prácticamente letra muerta. Los grados superiores perderán toda razón de ser, desde que las Logias se muestren capaces de formar Maestros efectivos. No demolamos nada de eso. Esforcémonos más bien en hacer nuestras clases iniciáticas aprovechando las enseñanzas que se presenten.
El Maestro se instruye por todas partes, aún en las escuelas equívocas que se basan en tradiciones mal comprendidas. Si él no sabe rectificar constantemente y poner las cosas en su lugar, adivinando la verdad bajo la expresión desgraciada que la desfigura, es porque no han encontrado la luz del tercer grado. ¡Puedan los lectores de este manual poseerla y penetrar el verdadero sentido de lo que en él se encuentra de enigmático, de involuntariamente misterioso!