Ángeles López de Ayala, la Logia Constancia y el Nivel Rojo

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Ángeles López de Ayala, dramaturga, narradora y periodista española, nacida en Sevilla el 21 de septiembre de 1856, y fallecida el 29 de enero de 1926. Sus grandes dotes intelectuales, su vigor y valentía en defensa de la causa feminista, su colaboración desinteresada en numerosas instituciones benéficas y su papel activo en el desarrollo del periodismo español convierten su figura en una de las más destacadas del panorama socio-cultural hispánico del último cuarto del siglo XIX y el primero del siglo XX.

Era hija de Gonzalo López de Ayala y Asunción Molero y Valdivia, y sobrina del escritor y político Adelardo López de Ayala. Desde muy temprana edad mostró una clara inclinación al cultivo de las Letras, a pesar de que su familia, muy conservadora, se negó a darle otra instrucción que no fuera la enseñanza elemental destinada a las niñas en aquellos tiempos. Al comprender -como tantas otras mujeres de su tiempo- que la única posibilidad de acceder a una más completa formación intelectual pasaba por su ingreso en un convento, entró como novicia en el de Santa María, de Marchena; pero sus deseos de instruirse eran muy superiores a su escasa vocación religiosa, por lo que abandonó el claustro al cabo de dos años.

A partir de entonces, su vocación literaria no halló barrera que pudiera detenerla. Con tan sólo dieciséis años de edad dio por concluida una novela en cuatro tomos, titulada El triunfo de la virtud, y al poco tiempo comenzó a estampar sus colaboraciones en diferentes publicaciones de la región, como La EducaciónEl FígaroEl Hispalense y El Disparate. Tras haber contraído matrimonio en 1881, se instaló en Madrid en compañía de su esposo, y allí continuó estudiando, ahora bajo la tutela de don Joaquín Ponce de León.

Por aquel entonces, Ángeles López de Ayala ya había empezado a tomar conciencia en favor de la causa feminista, como lo prueba el estudio que realizó acerca de la educación de la mujer, que fue galardonado con uno de los premios convocados para conmemorar el segundo centenario de la muerte de don Pedro Calderón de la Barca. Poco a poco, su visión política e ideológica de las circunstancias que la rodeaban se fue tornando más progresista y radical, como quedó bien patente en la novela que dio a la imprenta en 1887, titulada Los terremotos de Andalucía o Justicia de Dios, y, sobre todo, en la campaña pública que realizó en contra de la institución monárquica y en favor de la libertad de conciencia, campaña que la llevó a la cárcel durante un breve período de tiempo.

Manifestación de mujeres de Barcelona, convocadas por Ángeles López de Ayala, el 10 de julio de 1910, a favor de la educación laica.

A su salida de prisión, ya convertida en una de las librepensadoras más activas de su época, Ángeles López de Ayala prodigó sus colaboraciones en medios de comunicación tan diversos como La PublicidadLa Ilustración madrileñaEl PrincipianteLa Cocina Española o Las Regiones, al tiempo que compaginaba estos trabajos periodísticos con una incesante labor de conferenciante al servicio de las ideas más radicales de su época. Tanto se llegó a implicar en la causa progresista, que en 1889, al poco tiempo de haber trasladado su residencia a Santander, fue víctima de la cobarde agresión de unos desconocidos que prendieron fuego a su casa, atentado del que salieron ilesos Ángeles y su esposo.

A causa de este intento de acabar con su vida, la escritora abandonó la capital cántabra (donde había comenzado a colaborar en La Luz del Porvenir) y se estableció en Barcelona. Allí siguió cultivando su vocación literaria (en 1889, poco antes de su traslado a Santander, había publicado Cuentos y Cantares) y, sobre todo, su faceta periodística, ahora difundida a través de El Clamor Zaragozano y El Diluvio. Por aquellos años, fiel a su condición de pionera y adelantada en cualquier parcela negada hasta entonces a la mujer, consolidó los lazos que la unían a la masonería desde que, el 17 de agosto de 1888, en la capital madrileña, se afiliara al Gran Oriente Nacional de España. Y así, ingresó en una logia barcelonesa llamada «Constancia», en la que fue nombrada Secretaria en 1895.

Un año después, dio a la imprenta en Madrid la novela histórica Abismos, y en 1896 volvió a los anaqueles de las librerías con otra entrega narrativa, titulada Justicia. Ya por aquel entonces se había convertido en una de las personalidades más temidas por el poder establecido, al que fustigó infatigablemente, en su condición de librepensadora, desde La Humanidad (en la que comenzó a colaborar a partir de 1890) y, sobre todo, en el Congreso de Librepensadores de Madrid, celebrado en la capital de España en 1892, donde tomó parte activa y destacada; no es de extrañar, por ende, que a lo largo de su vida sufriera siete procesos judiciales que dieron con sus huesos en la cárcel en tres ocasiones.

Fue fundadora y directora del diario El Progreso, de Barcelona, al que sustituyó en 1906 por una publicación de tendencia librepensadora y feminista, El Gladiador, fundada como respuesta al cierre de El Progreso, que había sido decretado por denuncias contra su propia persona. Además, en 1897 intervino decisivamente en la fundación de la Sociedad Progresiva Femenina de Barcelona -cuya presidencia asumió-, que, ligada a la logia «Constancia», tenía como objetivo la defensa y dignificación de la mujer.

Casada en segundas nupcias en 1901, se destacó por su papel agitador en numerosos foros progresistas nacionales e internacionales, y en 1910 sobresalió por su intervención en el Primer Congreso Librepensador Español. Volcada, por aquellos años, al ejercicio del periodismo, Ángeles López de Ayala fundó un medio de comunicación, El Libertador, que, en sustitución del desaparecido El Gladiador, aspiraba a convertirse en el órgano más representativo del Librepensamiento hispánico. Además de todos los diarios y revistas ya mencionados, colaboró también en El Gladiador de Jaén, El Ciclón y El Fénix de Santander, El PaísEl Ideal y El Campesino de Madrid, etc.

En los últimos años de su vida se entregó a tareas humanitarias que dieron por fruto la fundación de El Nivel Rojo, una especie de Cruz Roja laica e independiente. Además, asumió labores administrativas en otras instituciones benéficas como la Escuela de Sordomudos y Anormales de Barcelona, en la que hizo las veces de contable. El día 4 de junio de 1926, cuatro meses después de su muerte, la revista Vida Masónica abrió con su biografía una sección llamada «Columna de Honor de las Masonas Españolas«.

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