Esta Logia, que Levanta Columnas oficialmente el día 30 de noviembre de 2014 bajo los auspicios de la GLSE (Gran Logia Simbólica Española), tiene raíces profundas, que han quedado reflejadas en el nombre escogido en su refundación: “Obradoiro-Keltoy”.
Por un lado, la mayor parte de los hermanos fundadores hemos sido miembros, en una época u otra, de la Respetable Logia Obradoiro, fundada, en 1997, “bajo la bóveda celeste”. Esta Logia se incorporó en el año 2000 a trabajar bajo los auspicios de la Federación Española de la OMMI «Le Droit Humain», y en el año 2013 conmemoró su 16 aniversario. En ese año, los últimos miembros activos de la Logia continuaron su vida masónica bajo los auspicios de la GLSE, como miembros de la Respetable Logia Galicia 77 de A Coruña, los cuales, junto con Hermanos de ese oriente y con otros que se encontraban en sueños, han restaurado la masonería liberal mixta en la ciudad de Vigo.
Por otro lado, la segunda parte del nombre de esta logia, “Keltoy” (“Celta” en griego) se corresponde con el nombre simbólico de un Hermano que pasó al Oriente Eterno en febrero de 2013. Fue su enfermedad y posterior fallecimiento lo que reunió a algunos hermanos de la misma Logia Obradoiro que se encontraban en sueños desde hacía varios años. Y como decía Castelao “non enterramos mortos, enterramos semente” (no enterramos muertos, enterramos semilla). De alguna forma su incineración fue la semilla que sirvió a los hermanos durmientes para despertar de su sueño.
Más adelante, y fruto de una profunda reflexión y debate desde su fundación, se decidió en 2019 restaurar el título distintivo de la logia de la que procedemos, recuperando la denominación Logia Obradoiro, nº80.
La principal aspiración de la Logia Obradoiro es contribuir al progreso de la sociedad en la que nos insertamos y de la que nos nutrimos. Para nosotros, este progreso debe ser integral, incidiendo sobre todo en el avance de las condiciones sociales, en su sentido más amplio, para todos los seres humanos sin distinción alguna y, por supuesto, en el progreso moral de los individuos.
Creemos que el libre pensamiento, materializado en una sociedad laica, debe ser el caldo de cultivo idóneo para este progreso integral de la sociedad. Libre pensamiento respetuoso con las creencias que cada ser humano profese individualmente, siempre que su postura sea respetuosa con las creencias ajenas e, igualmente, con la falta de ellas.
Quizá vaya emparejada, con esta noción de progreso, la lucha contra la ignorancia, el fanatismo y la superstición, que son sus enemigos principales. Esta lucha siempre fue, es y será una seña de identidad de la francmasonería, con la que nos identificamos plenamente.